En el mundo del boxeo, el fin de semana de la Independencia de México es un fin de semana de grandes combates y, en los últimos tiempos, Saúl “Canelo” Álvarez (62-2-2, 39 KO’s) ha estado siempre en primera línea.
La noche del sábado no fue diferente de las pasadas recientemente y, para ésta, el boxeo se metió en el saco de las grandes rivalidades con un enfrentamiento entre México y Puerto Rico.
Antes del combate se habló mucho y se exageró, y muchos creyeron que veríamos el primer KO de Canelo en tres años, pero no fue así.
Canelo se enfrentó al joven e invicto contendiente Edgar Berlanga (22-1, 17 KO), lo que la mayoría consideró una oportunidad inmerecida para Berlanga. Sin embargo, a pesar de los comentarios negativos y del aparente desinterés, los aficionados acudieron a las puertas.
El combate fue más entretenido que la mayoría de los combates de Canelo de los últimos tiempos, y Berlanga mostró suficiente corazón y agallas para seguir adelante.
Vimos muchas cosas en este combate. Hubo algunas tácticas sucias empleadas por Berlanga, como cabezazos, puñetazos de conejo y golpes por debajo de la línea del cinturón. Canelo parecía agravado por estas tácticas, lanzando puñetazos mientras el árbitro separaba a los dos, y dando puñetazos cuando el árbitro intervenía.
También vimos un enfrentamiento divertido, ya que Canelo salió vigilando, moviéndose lentamente y tendiendo trampas mientras Berlanga se mantenía cauto.
En el tercer asalto, el gancho de izquierda de Canelo hizo su aparición y rápidamente dejó al joven Berlanga de espaldas. El puertorriqueño se golpeó los guantes y sacudió la cabeza al saber que había caído en la trampa de Canelo.
Tras el derribo, Berlanga hizo saber que la noche no terminaría antes de tiempo, ya que devolvió el fuego y, aunque no aterrizó nada sólido para causar ningún impacto, fue suficiente para que Canelo diera un paso atrás y se restableciera.
Berlanga había dicho que acabaría con él en seis, y Canelo había pronosticado una parada en el octavo asalto, pero ninguna de las dos cosas ocurrió, y el combate continuó con Canelo tocando a Berlanga, y Berlanga negándose a retroceder o a huir.
Hubo cierta angustia por parte de la esquina de Berlanga durante los últimos asaltos, preguntando continuamente al púgil puertorriqueño si estaba despierto. Berlanga respondió que estaba bien, pero estaba claro que no iba a ganar.
Tras sonar la campana final, Canelo y Berlanga se abrazaron. Berlanga llamó a Canelo su ídolo y se disculpó por la charla previa al combate. Canelo le dijo que se mantuviera activo y siguiera luchando.
Canelo consiguió su quinta victoria consecutiva, pero también fue su quinta victoria seguida en las tarjetas de puntuación, lo que deja interrogantes sobre su capacidad para terminar combates en su vigésimo año como profesional. Por supuesto, seguirá siendo uno de los mejores boxeadores del mundo, pero lo cierto es que nos encontramos en el ocaso de su carrera.