Sensei Pete Valdez: El Dojo
Creciendo en San Francisco, CA, pasé muchas tardes ayudando a mi mamá en nuestra panadería familiar en la calle 24, cerca de Mission. Era un lugar lleno de creatividad, donde artistas locales como Michael Roman solían pasar. Roman, un reconocido artista de serigrafía, se convirtió en mi mentor. Me enseñó el arte de la impresión, y a través de él conocí a Carlos Santana. Tuve la experiencia única de diseñar camisetas culturales para el icónico músico, además de lanzar mi propia música y actuar en eventos como el Cinco de Mayo y el Carnaval. Estas experiencias me abrieron los ojos a un mundo artístico que nunca había imaginado, lo que eventualmente me llevó a Sensei Pete Valdez: El Dojo, donde descubrí una nueva pasión por las artes marciales.
Mientras viajaba en el autobús #14 de Muni hacia casa, comencé a observar cada detalle a mi alrededor: anuncios publicitarios, letreros y comerciales de televisión. Un día, vi algo que cambió mi perspectiva por completo: una clase de karate en el Centro Cultural de la Misión.
Mi primer encuentro con las artes marciales
Atraído por la disciplina y el movimiento, rápidamente me inscribí. Mientras esperaba que los bailarines de capoeira terminaran sus ensayos para el Carnaval, soñaba con dominar las artes marciales. Esas clases plantaron la semilla para lo que se convertiría en una pasión de por vida.
Un cambio de vida hacia Madera
Cuando mis padres se separaron, mi vida dio un giro inesperado. Mudarnos a Madera, CA, con mi papá y mis hermanos fue un cambio cultural drástico. Dejé atrás las animadas calles del Distrito de la Misión para enfrentar las tranquilas carreteras de un pequeño pueblo en el Valle Central. Adaptarme no fue fácil, y ser un «chico de ciudad» provocó algunos conflictos. Fue entonces cuando conocí a Pete Valdez II, «ZUR The ARTIST», en la secundaria de Madera.
Pete era un artista talentoso cuyos bocetos eran simplemente increíbles. Ya fuera un retrato detallado de un animal o un personaje inventado, su trabajo mostraba una maestría excepcional para su edad. Nuestro amor compartido por el arte nos unió, y pronto pasamos fines de semana juntos trabajando en arte y música y visitando estudios de grabación.
Conociendo al Sensei Pete Valdez
Un fin de semana, Pete me invitó a su casa para ayudar a cortar el césped. Al llegar, noté a un hombre sin camisa en el garaje, enfocado en una pila de ladrillos. Antes de que pudiera saludarlo, golpeó los ladrillos y los rompió con un solo movimiento. Junto a él estaba su hermano Trinidad «Trini» Valdez.
“Hola, mijo”, me saludó con una mano firme. “Soy el papá de Pete, Pete Valdez Sr—pero no le llames Jr.” Antes de que pudiera responder, Trini levantó la vista mientras hacía pesas y bromeó: “¡Oh, claro que no lo hará!” Fue un momento inolvidable. En ese entonces, Sensei Pete era solo «Pops», pero ya irradiaba disciplina y enfoque. Estas cualidades formaron la base de sus enseñanzas y dieron vida a The Dojo / Valdez Karate & Fitness, su escuela de artes marciales en Madera.
Un viaje de regreso a las artes marciales
Después de la secundaria, mi vida tomó otros rumbos. Me dediqué a la radiodifusión, trabajando como director de promociones para Univision y colaborando con grandes marcas como PepsiCo. En ese tiempo, trabajé con atletas y peleadores, lo que me llevó a conectarme con la UFC y coordinar eventos como Aldo vs. Faber en Sacramento para Creative Artists Agency (CAA).
Durante uno de estos eventos, escuché el nombre de Trinidad Valdez. Recordarlo me llenó de nostalgia y decidí regresar a Madera para reconectar. Aunque Pete y Trini ya no vivían allí, descubrí que Sensei Pete había abierto un dojo cerca de Town and Country Park.
The Dojo: Un santuario de disciplina y arte
Entrar a The Dojo fue como entrar a un espacio sagrado. Las enseñanzas del Sensei Pete iban más allá de la autodefensa. Eran lecciones sobre cómo armonizar la mente y el cuerpo. Su enfoque resonó profundamente en mí, combinando la precisión de las artes marciales con la creatividad que siempre había valorado en la música y el arte.
De adolescente, solía quedarme cautivado viendo entrenar a Pops y al tío de Pete, Trini Valdez. Sus movimientos con estrellas ninja y nunchakus eran hipnóticos, un borrón de velocidad y precisión. El sonido agudo de los nunchakus cortando el aire me recordaba a ovnis volando.
Pero Trini no era solo un artista marcial. También era un talentoso bailarín de breakdance y miembro de The Wild Boyz, un grupo de música house latina firmado por BMG Latin bajo la dirección del ejecutivo musical Luis Pisterman. Trini y su grupo fusionaron artes marciales, música y danza de una forma única y electrizante. Su música se escuchó en estaciones como KWILD Wild 94.9 en San Francisco y KHTN Hot 104.7 FM en Modesto. Incluso se presentaron en Caliente de Univision con DJ Nino.
Reconectando con el Sensei Pete
Regresar a The Dojo años después fue como cerrar un círculo. Sensei Pete me recibió con la misma energía y enfoque que recordaba de nuestro primer encuentro. Sus enseñanzas solo habían crecido en profundidad con el tiempo, enfatizando no solo los aspectos técnicos de las artes marciales, sino también sus lados filosóficos y artísticos.
A través del Sensei Pete, redescubrí la importancia de la disciplina, el enfoque y el respeto. Su dojo no era solo un lugar para aprender artes marciales; era una comunidad donde los estudiantes crecían como individuos.
El legado del Sensei Pete Valdez
La influencia del Sensei Pete va más allá de las artes marciales. Representa la fusión de tradición, arte y disciplina. Sus enseñanzas han moldeado a innumerables estudiantes, incluyéndome a mí, en personas que valoran el trabajo duro y la autoexpresión.
Para cualquiera que busque crecimiento, The Dojo no es solo un gimnasio; es un lugar para construir carácter. El legado del Sensei Pete Valdez es un testimonio de cómo las artes marciales pueden transformar vidas, combinando disciplina con creatividad para crear algo verdaderamente extraordinario.