Se acabaron los campos de entrenamiento y es hora de ponerse manos a la obra. El volumen de las comparaciones y los insultos están ahora a todo volumen porque, ¡es la semana de la lucha, nene! Volvamos atrás en el tiempo y repasemos algunos de los combates más épicos del Día de la Independencia de México de los últimos 30 años.
Dos de los más grandes guerreros de México, Marco Antonio Barrera y Érik Morales, subieron al ring para el tercer y último capítulo de su épica rivalidad. Era el fin de semana del Día de la Independencia de México de 2004, y lo que había empezado como una amarga y sangrienta disputa en el año 2000 había culminado en uno de los combates del Día de la Independencia de México más memorables de todos los tiempos.
Preparando el escenario para una trilogía legendaria
Cuando Barrera y Morales se enfrentaron por tercera vez, ambos luchadores se habían labrado un camino legendario. Su primer encuentro, un combate brutal en 2000, fue una guerra sin cuartel que acabó con la controvertida victoria por decisión dividida de Morales. Más tarde, Barrera vengaría la derrota en su segundo combate en 2002, preparando el escenario para su tercer y último combate en 2004.
La rivalidad entre estos dos no era sólo por los cinturones: era personal. Barrera, el técnico más pulido, y Morales, el guerrero ardiente, tenían estilos y personalidades opuestas que daban lugar a combates explosivos.
Había mucho en juego, y con ambos luchadores con una victoria cada uno, la trilogía se decidiría ante un público enfervorizado de Las Vegas durante un fin de semana impregnado de orgullo mexicano.
Una lucha para la eternidad
El 18 de septiembre de 2004, Barrera y Morales se enfrentaron en un agotador combate a 12 asaltos que estuvo más que a la altura de las circunstancias. La inteligencia boxística de Barrera y su capacidad para contragolpear le permitieron hacerse con el control desde el principio, pero la implacable presión de Morales mantuvo el combate competitivo durante todo el combate.
El ambiente en el MGM Grand era electrizante, con el público rugiendo a cada golpe. En este combate no se trataba sólo de habilidad técnica, sino de corazón, agallas y determinación.
Al final, Barrera salió victorioso por decisión mayoritaria y se hizo con el título de peso superpluma del CMB. Fue mucho más que ganar el cinturón, el premio también incluía el derecho a presumir sobre su rival más acérrimo.
Ambos habían soportado tres de los combates más duros de sus carreras y, al hacerlo, cimentaron su estatus de leyendas del boxeo mexicano.
El impacto más allá del ring
Lo que hizo verdaderamente grande este combate no fue sólo la acción dentro del ring, sino el significado cultural que conllevó. El Día de la Independencia de México siempre ha sido un fin de semana sagrado para el boxeo, y Barrera contra Morales III añadió otro capítulo a esta tradición.
Este combate concreto generó importantes ventas de pago por visión y llenó el MGM Grand, demostrando una vez más que la pasión de la afición mexicana por el boxeo no tiene rival.
En los años siguientes, el combate se convirtió en un referente de cómo deben resolverse las rivalidades.
Legado
La trilogía Barrera-Morales sigue siendo una de las mayores rivalidades de la historia del boxeo. Su combate final en aquel fin de semana del Día de la Independencia mexicana sigue recordándose como uno de los momentos más emblemáticos de este deporte.
Era algo más que un combate por el título. Fue una lucha por el orgullo, el país y el legado. Ante una multitud enfervorizada, Barrera y Morales lo dejaron todo en el ring, ofreciendo a los aficionados un espectáculo que aún resuena hoy en día.